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Larga vida a Scarface

Uno de los souvenirs más vendidos en las tiendas de Washington Ave, Ocean Drive y Collins, es el t-shirt con el rostro de Tony Montana y la leyenda The World is Yours. Montana, papel que interpretó Al Pacino en la película Scarface de Brian De Palma en 1983, es en Miami un ícono popular de la juventud.

Scarface fue uno de los greatest hits de De Palma y tiene como punto de partida el histórico éxodo del “Mariel”; en el cual, entre los meses de abril y octubre de 1980, Fidel Castro envió cerca de ciento veinticinco mil cubanos a refugiarse a Florida, dejando las cárceles y clínicas para enfermos mentales vacías en la isla. Brian De Palma recreó a Tony Montana como uno de estos refugiados, un sujeto vulgar, ordinario y ambicioso que no tardó en convertirse en el narcotraficante número uno de Miami. Escenas más, escenas menos, la película resulta monótona y sin mayor argumento que esnifar cocaína, blanquear dólares y disparar armas. Si hoy pasamos las tres horas que dura Scarface frente a la pantalla, seguramente diremos que “no vale la pena el esfuerzo”. Es un film que no ha envejecido bien y que incluso dejando de lado la magistral actuación de Al Pacino, es chocante ver a un “marielito” interpretado por un artista que no habla español (si fuera contemporánea, seguro Montana sería Ricardo Darín). Pero no debemos tirarlo todo por la borda, recordemos que Miami en esos años no era menos sórdida ni mezquina que lo que reproduce la cinta: su tasa de asesinatos era la más alta del país (seis a siete por día), al menos uno de los billetes de la cartera de cada miamense había sido utilizado para esnifar cocaína, y el choque cultural entre anglos y latinos era insostenible. Alex Daoud, alcalde de Miami Beach en 1985, en su libro de memorias Sins of South Beach cuenta cómo por las noches salía con policías a cazar latins para darles golpizas y meterlos en bolsas negras de basura.

El Scarface de De Palma es un remake del Scarface de Howard Hughes, un black and white film de 1932 que poco tiene que ver con los marielitos y Miami y mas bien va sobre los primeros años de Al Capone en las calles de Chicago. Y, el Scarface de Hughes, es la adaptación de una novela que lleva el mismo título firmada por “un tal” Armitrage Trail, en 1929.

Hacia la década de 1920, cuando el género Hardboiled atravesaba su mejor momento, en las revistas pulp criculaban textos de un muchachito de deiciseis años que usaba el pseudónimo de Armitage Trail. Detrás de Trail se escondía Maurice Coons (1902 – 1930), un muchacho que a los quince años abandonó la escuela para dedicarse a  escribir, no le interesaba nada más. Coons vivió parte de su juventud en las calles de Chicago, moviéndose en los bajos fondos, deslumbrado con la mafia siciliana. En esa época The Chicago Outfit estaba en su máximo esplendor y dentro de la organización ya despuntaba la figura de Al Capone. Según la leyenda urbana, fue en esos años que saliendo de un bar Capone recibió dos navajazos que le dejaron la cicatriz que dio lugar a su sobrenombre Scarface. Tan mito como leyenda, Al Capone sirvió de inspiración a Maurice Coons para escribir la novela Scarface sobre la historia de Tony Guarino, un gangster que empezó en Chicago y pasó a ser el mafioso más grande de Estados Unidos. La novela de 156 páginas, que rinde un pequeño gran homenaje a Capone aunque con un final poco feliz, fue aclamada por el público y la crítica, y el autor no tardó en vender los derechos para llevarla a la pantalla. La fama y el reconocimiento dejan un buen sabor de boca y eso lo supo Coons de primera mano, pues se le empezó a ver en un auto de lujo con chofer, bebiendo en exceso a menudo y en buenas mesas. Esa faceta de bon vivant, sin embargo, le pasó factura muy temprano: un infarto fulminante se llevó a Coons a los veintiocho años, con más de trescientas libras de peso, y no logró ver la adaptación de su novela (Al Capone, sí).

Además de Scarface, Armitage Trail dejó la obra The Thirteenth Guest, y a pesar de su vida breve, su aporte literario trascendió en el tiempo y hoy se le reconoce como uno de las voces imprescindibles y pioneras del Hardboiled norteamericano.