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Un coqueto Pinocchio en Ocean Drive

No cabe duda de que la calle del encanto y el desencanto en South Beach es Ocean Drive. Para quienes vivimos en Miami es, definitivamente, uno de esos lugares bullangueros que preferimos evitar: una pasarela de traseros king size, embriagada de martinis y mojitos, donde se pone y oculta el neón. Para quienes vienen de afuera, en cambio, es un paso obligado.

Los miameros, sin embargo, no deberíamos subestimarla del todo, más aún si por ahí, en el 760, escondidito, hay un “cafetín coqueto”, con apenas cuatro o cinco mesas y algunos afiches de Pinocchio en las paredes: el Pinocchio Italian Deli & Caffe.

Lorenzo y Adis abrieron las puertas del Pinocchio hace cinco años. Adis, cubana que ha perdido el acento y habla más como chilena, esposa de Lorenzo, italiano, me cuenta que si bien los dos están “al pie del cañón” todos los días, de ocho de la mañana a seis de la tarde, es Lorenzo el mastermind del coqueto cafetín. Es él quien ha creado todo el menú y además quien prepara la mayoría de platos. Ahí atrás, dice Adis, y señala una trastienda, a la que entra Lorenzo sosteniendo platos vacíos, él lo prepara todo, incluso los gelatos con pura fruta. La miro, río, imposible que a estas alturas de la vida, en Miami, alguien pueda preparar helados a mano, batiendo, licuando. Y ella dice que aunque no lo crea es así: incluso en más de un restaurante de South Beach venden los helados que prepara Lorenzo.

Le comento a Adis que de los sánguches el que más me gusta es el Top 4, ese que trae jamón, huevo, tomate y avocado en pan ciabatta, y Adis se ríe, claro, cómo no, dice, si es el mismo que comes todos los sábados. Me recomienda probar el Top1, un auténtico sánguche italiano, con prosciutto, pesto, mozzarella, tomate, también en ciabatta. Además me sugiere las ensaladas; todas, dice, son buenísimas.

Hay quienes aseguran que el espresso del Pinocchio es el mejor de South Beach; yo no sé, no puedo decir nada al respecto: solo he tomado el cappuccino, y de ese sí puedo dar fe que es la mejor “capucha” que uno puede tomar en la zona. ¿A lo mejor su café es bueno porque usan alguna marca italiana? El secreto del buen café, dice Adis, está en la máquina: mientras más trabaja, mientras más vieja, el café sabe mejor, y ellos trabajan mucho, preparan café todo el día, por eso sabe tan rico.

Decidieron ponerle Pinocchio al “coqueto cafetín”, en honor a un tío de Lorenzo, que allá en Italia, en La Toscana, colecciona todo lo que tenga que ver con esa marioneta. La familia de Lorenzo es, pues, de esa región, tienen dos hoteles y un restaurante que van pasando de una generación a otra. Lorenzo continuó con la tradición familiar en este lado del Atlántico.

Cuando le pregunto a Adis por la hora en que más se llena el Pinocchio, no duda en que es el desayuno. Está full italianos, es el punto de encuentro donde toman su espresso y leen la Gazzetta dello Sport, la prensa deportiva italiana que Adis y Lorenzo compran diariamente para que sus comensales se sientan como en casa. Durante la hora de almuerzo, Lorenzo y Adis tampoco tienen tregua, hasta las tres o cuatro, hora en que los que entran solo están de pasada, piden un chocolate caliente o un postrecito. Y así, hasta que las agujas marcan las seis y se voltean las sillas sobre las mesas del coqueto cafetín.